El Gran Cañon
Por tratarse de una conviccion personal reproduzco aqui el buen articulo de David Torres en Publico.
El Gran Cañón
Antes de morir, Brittany Maynard ha cumplido su último deseo
de visitar el Gran Cañón junto a su familia. El 1 de noviembre, o sea
mañana, Día de Todos los Santos, el Halloween americano, es la fecha que
había elegido en principio para entrar en una clínica en el estado de
Oregón, el único en los Estados Unidos donde permiten el suicidio
asistido. Parece que ahora ha decidido darse una prórroga, aunque no por
mucho más tiempo. Ante la opción de que un tumor cerebral la devore
viva para luego reducirla a un simple trozo de carne, Maynard ha elegido
quitarse de enmedio mientras aún siga siendo ella misma.
La eutanasia es un acto de libertad que, salvo en ciertas islas
civilizadas, únicamente se tolera en el caso de las mascotas enfermas
para ahorrarles sufrimientos absurdos. En particular, yo respeto
plenamente tanto a los que deciden arrojar la toalla como a la gente que
quiere apurar la vida hasta el último sorbo, por terrible y amargo que
sea. Son decisiones personales, tanto que no lo pueden ser más. El mal
trago que en su día tomó Christopher Reeve, el de aguantar hasta el
último aliento atado a una máquina, me parece tan digno y heroico como
la de Ramón Sampedro al abandonar la partida mediante un veneno. Ambos
estaban inmovilizados, presos, condenados a ver pasar la fiesta de la
vida desde la butaca de su propio cuerpo, aunque Reeve tenía a la ley de
su parte mientras que Sampedro tuvo que vulnerarla gracias al coraje de
una amiga.
El hecho de que alguien sea obligado a padecer una agonía atroz en
nombre de unos oscuros principios morales escondidos vete a saber dónde
es una aberración más de nuestro sistema de valores, un fósil místico
incrustado en los libros de derecho romano. Precisamente los patricios
romanos, cuando veían acercarse el fin, se despedían del mundo antes de
que no pudieran hacerlo con una gran fiesta para familiares y amigos en
donde comían, beían, reían, y luego se abrían las venas en el baño. Era
como asistir al propio funeral, el mismo final triste pero inevitable
que un amo compasivo le proporciona a un perro, un gato o un caballo:
ese tremendo y hermoso gesto del vaquero apartando la vista y cerrando
los ojos al dispararle al caballo caído un tiro en la cabeza cuando se
le rompía una pata.
Sospecho que, más allá de gazmoñas leyes ancestrales y absurdos
tabúes religiosos, lo que de veras nos asusta de la eutanasia es que se
trata de un gesto de libertad suprema: empuñar las riendas de la propia
existencia. Como escribió García Márquez en el final de El amor en los tiempos del cólera:
“Lo asustó la sospecha tardía de que es la vida, más que la muerte, la
que no tiene límites”. Brittany Maynard ha querido llevarse en la retina
antes del viaje final un panorama de las eras geológicas del mundo
junto a la sonrisa de su familia, sus padres al borde del Gran Cañón,
carne sobre rocas. Lo que somos, lo que seremos, lo que fuimos.
Etiquetas: Brittany maynard, Caradeplata, carlismo, Christopher Reeve, Eutanasia, partido carlista, Ramon Sampedro, Suicidio